LA LAGUNA

Preservar el patrimonio construido de una ciudad es más que un esfuerzo estético: los edificios antiguos cuentan relatos e informan a los ciudadanos sobre un pasado del que no fueron testigos. Para quienes rechacen este romanticismo cultural, existe otro motivo para evitar demoler los edificios antiguos de nuestras ciudades: la humanidad está peligrosamente cer- ca de agotar los recursos de la Tierra, y debemos comenzar a cuestionar nuestra predilección por lo nuevo. Normalmente, el término “reciclaje”, se emplea para hablar de plásticos de uso único, hojas de papel o cajas de cartón, pero llegó el mo- mento de aplicarlo a las construcciones en desuso. Hace algunos años, una fábrica de textiles y encajes en la colonia Doctores de la Ciudad de México cerró, después de casi 100 años de operación. El inmueble —tres pisos que rodean un patio central; grandes ventanales con herrería en cuadrícula; una fachada con un distintivo color verde— es tan enorme como su potencial. El primer nuevo inquilino fue Buna, una empresa cafetera mexicana que colocó su tosta- dora dentro de la exfábrica. Después, algunos estudios de di- seño y arquitectura vieron en el edificio la posibilidad de crear una comunidad, y fue así como comenzó a tomar forma La Laguna, un conjunto de oficinas, talleres y espacios abiertos al público, el cual busca reactivar la zona.

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Uso actual: Talleres y oficinas

Porcentaje de m2 rescatados: 6,455 m2 (100%)

Colaboración: La Metropolitana y Productora

 

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Uso actual: Talleres y oficinas

Porcentaje de m2 rescatados: 6,455 m2 (100%)

Colaboración: La Metropolitana y Productora

 

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